La monogamia es un patrón de conducta con un fuerte peso moral y religioso en nuestras sociedades, pero no es menos cierto, aunque a algunos no les guste, de la importancia que la infidelidad ha tenido y tiene en nuestras vidas, quizá mucho más de lo que imaginan.
Así, a poco que buceemos encontraremos datos que avalan nuestra afirmación. Sin ir más lejos, una encuesta reciente del canal yougov.com, un canal que estudia hábitos y opiniones de la gente, apunta a que el 31% de los españoles reconoce haber sido infiel a su pareja. Si al dato le sumamos las que lo han sufrido, la infidelidad, y las que al menos alguna vez lo han pensado o se han visto tentadas, creo que son pocas las personas que quedan al margen, sin verse afectadas de alguna forma.
Censura social o familiar
Sobra decir que la culpabilidad es una reacción lógica repetida cuando de una infidelidad se trata. Mucho más si existe un sentimiento de amor grande, o no tanto, por nuestra pareja. La censura social o familiar, el qué dirán y el propio daño potencial que podemos causar se convierten a menudo en una losa difícil de soportar. No pocas son las parejas que se han ido al traste tras una confesión sincera del infiel arrepentido. No todas claro, otras lo superan y siguen adelante, aunque, no nos engañemos, en estos casos a veces no vuelve a ser como al principio. A propósito de la culpabilidad, quizá con la nueva normalidad ésta sea mayor, por el riesgo que dicha actividad arrastra en lo relativo a propagación del virus, al margen de las dificultades que entraña ser infiel cuando las relaciones interpersonales están tan limitadas.
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En descargo de los adúlteros conviene recordar lo que postulan filósofos como Alain de Botton. El pensador suizo es un firme defensor de la infidelidad como camino para la evolución personal, llegando incluso a calificar esta práctica como una vía de escape fundamental para que la sociedad no estalle presa de la indignación. En esta línea, quién más quién menos ha oído hablar alguna vez de esa pareja liberal que no tiene reparos en ampliar su círculo amoroso, con consentimiento de él y de ella por supuesto. Tan común es esta práctica que tiene hasta un nombre, los swingers, además de espacios, lugares y hasta círculos y convenciones dónde se estudia y practica. Aunque en este caso no hablaríamos de infidelidad propiamente dicha, dado que hay un acuerdo tácito entre ambos.
Olvídate del cuento de la media naranja
Hablamos de los y las infieles pero, ¿qué pasa con los que los sufren? Tal vez este sea tu caso. Si es así qué puedo decirte: que no te pongas muy triste y no te encolerices demasiado. Olvídate del cuento de la media naranja, convéncete, hay muchas medias naranjas con las que podrías ser feliz ahí afuera. Y bueno, si aún amas a tu pareja, no te desmoralices porque igual no está todo perdido. Quizá puedas preguntarte por qué lo hizo, si había motivos o si no los había, si te equivocaste en algo, tal vez dejaste de cuidar la relación hace tiempo y no te diste cuenta. Así, si decides darle una nueva oportunidad, tal vez sea una forma de empezar de nuevo rectificando errores pasados, en un nuevo comienzo en el que, no lo olvides, a menudo el «traicionado» tiene una posición ventajosa.
Formas light de infidelidad
Llegado este punto, te encuentres en la situación que te encuentres, coincidiremos en que en cuestiones afectivas, sexuales, amorosas o de pareja, el daño propio o ajeno se halla siempre a la vuelta de la esquina. Así que si vas a tomar una decisión al respecto, medítalo bien antes, intenta que los damnificados sean pocos.